El elevado precio de los nuevos tratamientos para la hepatitis C y las gestiones por parte de pacientes y médicos para ampliar el acceso a estos productos hace que esta patología esté ahora mismo en boca de todos. Sin embargo, existen otros tipos de hepatitis que, aunque menos graves, suponen también un reto para la medicina.
La más desconocida de estas, la hepatitis E acaba de protagonizar un estudio en el Congreso sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI) que se ha celebrado en Seattle (EEUU). El trabajo, llevado a cabo por investigadores del Instituto Maimonides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC) ha demostrado que esta infección tiene una elevada incidencia en pacientes seropositivos, aunque no tiende a cronificarse.
Según el investigador principal, Antonio Rivero, del Grupo de Estudio del Sida de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología (GESIDA), que ha sido galardonado en el congreso con uno de los premios a mejor investigador joven, cuando la infección por VHE cronifica en pacientes inmunodeprimidos, como es el caso de los seropositivos, la enfermedad muestra "una historia natural muy similar a la de la infección crónica por el virus de la hepatitis C".
De hecho, en el trabajo presentado en EEUU, se vio un especial impacto del virus en pacientes coinfectados con el virus de la hepatitis C, en los que aceleró la progresión de la enfermedad hepática y se asoció a descompensación hepática en pacientes cirróticos.
El jefe del Servicio de Hepatología del Hospital Universitario Vall d'Hebrón, Rafael Esteban Mur, explica que esta enfermedad es benigna en la mayoría de los casos, pero que se empezó a sospechar de su gravedad en subgrupos al ver sus efectos en mujeres embarazadas, que sucumbían de forma fulminante a la infección. "Se pensaba que era solo una infección de países en vías de desarrollo", explica a EL MUNDO.
Sin embargo, los datos revelaron que el virus era muy frecuente también en nuestro medio. En una revisión publicada por su compañera de Servicio, María Buti, en la revista Enfermedades infecciosas y microbiología clínica, se indica, además que la tasa de mortalidad de la infección por VHE es mayor que la de la hepatitis A.
Como explica Esteban Mur ambos tipos del virus de la hepatitis comparten la vía de transmisión, que es oral en la mayoría de los casos. De hecho, en países como España la principal vía de adquisición del virus es la ingesta derivada del cerdo infectado, que se consume insuficientemente cocinado. "Es frecuente en los pueblos donde se hace matanza", comenta.
La frecuencia no tiene que ver con la gravedad y la hepatitis E suele ser autolimitante, se cura en un periodo de tiempo que oscila entre cuatro y seis semanas, en los que se está tratando a los pacientes con ribavirina. "Aún se están haciendo estudios para ver si es eficaz", señala el experto del hospital catalán.
Esteban Mur comenta que la enfermedad tiene ahora "más interés que nunca" porque hay más pacientes vivos inmunodeprimidos, como los propios seropositivos y los trasplantados, en los que es más fácil que se cronifique.
Además, la revista New England Journal of Medicine acaba de publicar un estudio que demuestra que una vacuna aprobada en China frente al virus de la hepatitis E es eficaz a largo plazo, aunque esta herramienta no sería necesaria ahora mismo en países desarrollados.
Investigadores del Instituto Walter Reed de las Fuerzas Armadas de EEUU publicaron también en 2007 resultados positivos de otra vacuna frente al patógeno.
Esteban Mur resalta que ninguna de estas vacunas está aún autorizada en Europa. "Actualmente para la infección por el virus de la hepatitis E en nuestro medios no disponemos de vacuna ni de tratamiento específico", concluye por su parte Antonio Rivero.
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